APARADOR: Vamos a reír un poco
Una de las cosas que más disfruto hacer en la vida es reír. En general, a los mexicanos nos gusta reír, hacemos memes de tragedias y de lo cotidiano; existe una fuerte cultura standupera y de cuenta chistes, e incluso una de las cosas que nos orgullecemos como colectivo es de nuestros grandes comediantes a lo largo de la historia. Pero, sobre todo, nos encanta sabernos con un fuerte sentido del humor, que trasciende tragedias, tristezas y otras situaciones de vida.
Alfonso Jiménez / A los 4 Vientos
“La risa es cosa seria”, frase sumamente trillada, pero que muestra la sobriedad que un tema como éste puede tener. La risa no tiene que ser cosa seria, de hecho, es una acción que pretende lo contrario, ser totalmente ajeno a la seriedad; paradójicamente, la sobriedad de su análisis que procura llevarla al terreno de lo formal implica la renuncia a lo humorístico. Independientemente de esto, darnos la oportunidad de pensar sobre la risa es interesante, seguro encubre fuertes pilares de nuestra condición humana.
Muchos grandes pensadores de la humanidad han reflexionado sobre este asunto de la risa, autores como Aristóteles (quien ya apuntaba al humano como el único animal capaz de reír), Freud, Bergson, Schopenhauer, entre otros, han desmarañado elementos del misterio oculto en esta capacidad única que tenemos de entender el mundo de forma cómica. En lo personal, me gustaría compartir con usted dos perspectivas.

La primera de ellas resultante de una reflexión personal de hace años que publiqué en la revista española Eikasia. En ella me interesaba comunicar que la risa, o, más bien, esa capacidad que tenemos de que las cosas nos parezcan cómicas, es lo que nos permite entender nuestro mundo. Permítame usted explicarle este punto.
El ser humano es absurdo. Somos el ser imperfecto y el único que piensa en la perfección. Todo lo que hacemos para vivir en nuestro medio ambiente mata a nuestro medio ambiente. Vivimos y trabajamos a costa de nuestra salud, para poder vivir cuidando de nuestra salud. En fin, ejemplos sobran, pero es esa posibilidad de lo absurdo lo que me parece que es el origen del humor. Vayamos por partes.
Piénselo como que somos el único ser para quien el absurdo es posible. La naturaleza, lo ajeno a lo humano, no precisa de la lógica para comprenderse. Nosotros establecemos esquemas lógicos y métodos para reconocer lo que es verdadero y lo que no. En esa disyuntiva entre lo que es verdadero y lo que no lo es, lo que está en medio es nuestra intención de comprender el mundo que nosotros mismos hemos creado. Nos la pasamos generando teorías del por qué somos como somos y por qué la naturaleza es como es; esto lo hacemos incluso sin que la naturaleza haya pedido ser conocida.

Tratando de entender el mundo, y dada nuestra condición absurda, hay cosas que comprendemos a través de métodos que, como humanos, hemos establecido. Por ejemplo, desarrollamos la ciencia para entender cosas bajo su ojo sistemático; desarrollamos el arte para entender mediante la expresión lo que somos y lo que nos rodea; también diseñamos la religión para entender nuestras limitantes humanas.
Tratamos de darle un sentido al mundo externo a través de herramientas desarrolladas por humanos (ciencia, arte y religión). Elaboramos herramientas para entender problemas que nosotros mismos planteamos, pensando, absurdamente, que nuestras reglas son reglas universales. Esto es, claramente, irrisorio.
De esta manera, lo cómico es similar a la religión, la ciencia y el arte. La religión nos permite comprender lo metafísico, la relación con lo que nos trasciende y con nuestros congéneres; la ciencia nos abre la posibilidad de comprender el mundo; mientras que el arte nos permite sabernos como expresión. Lo cómico es similar, pero nos da oportunidad de identificarnos y entendernos como un absurdo.
Lo cómico y la posibilidad de reírnos nos muestra lo que las cosas son en verdad, nos permite lidiar con la realidad absurda que implica ser humano y, más aún, nos ayuda a soportar lo absurdo de la existencia humana. Nos reímos de la muerte, pues, porque la muerte existe. Nos reímos de las desgracias porque somos desgraciados. Reírnos de la rifa del avión presidencial (o sea cual sea el meme de moda cuando usted lea esto) posibilita entender el absurdo que implica ser humano.
Vamos a seguirnos burlándonos de lo que usted quiera. Como mexicanos, y bajo esta perspectiva que le ofrezco, esa esencia humorística que caracteriza a nuestra cultura es un síntoma de nuestra intención de comprensión del mundo. Nuestra cultura es tan absurda que necesita de harta burla y risa para ser comprendida y evitar un choque mental sobre algo que no logramos entender. ¿Podrá ser que la risa oculta el verdadero valor de lo verdadero?
Bueno, eso es solo una perspectiva. Como le decía al inicio de esta reflexión, me interesa presentarle dos. El siguiente mes le presentaré una perspectiva distinta sobre lo cómico y la risa. Por ahora, dejemos en el tintero esta idea de que nuestra risa puede ser una forma de entender la absurda verdad que caracteriza al ser humano.
