Anestesia docente: A los estimados profesores de Ensenada y México. Quedan unos días para ampararse contra la Reforma Educativa
“Los maestros de México y tal vez los maestros de América Latina, hemos vivido como en un sueño durante nuestra vida de educadores, un sueño que termina abruptamente, cuando hemos perdido las fructíferas horas de la mañana y, ya en el atardecer, caemos de la cama sobre las más áspera de las realidades…”
Así empieza Luis Pavía López su artículo “La hora del despertar”, traído de “Baja Estirpe” y citado por “La Choya” (03 de Sep. 2013, No. 152 Cobach Ensenada) de donde y a propósito de la reciente reforma “educativa”, debemos reconocer cuánta razón proyectó el Profesor Pavía en ese inicio de su artículo y el resto del mismo.
Luis Ponciano Vázquez y María Agustina Fernández/ A los Cuatro Vientos
Así es, Luis equiparaba la dimensión del nuevo despertar en donde nuestros alumnos, ya legisladores y, atrás de ellos, los hombres de Estado con el poderío que a nombre del pueblo ostentan, hoy llevan a menos lo que resta de la honra magisterial.
Lamentablemente el sector docente se encuentra anestesiado, drogado por sus deudas o aletargado por sorprenderse de un futuro mucho más raquítico al que, hasta hoy, se enfrentaban; ya no tenían buena posibilidad para acomodarse decorosamente en el ejercicio profesional y, por si fuera poco, tampoco mediana defensa con la representación sindical.
Hoy, de un plumazo promulgatorio, se fue al infinito conseguir unas cuentas horas para sobrevivir y, más lejos aún, la anhelada plaza de base; esa, de plano, desapareció.
Sí, gracias a nuestros alumnos hoy Legisladores y Políticos con chamba de Presidente de la República, Secretario de Educación o Supra Director General en el ramo, ahí vienen también los Gobernadores de las Entidades y demás poderes que, como cuervos, igual copiarán el modelo para picarles los ojos, la dignidad y arrebatarles la esperanza a los Profesores Estatales de Baja California, tal vez como primero o, después, pasará en el resto de las Entidades de esta República nuestra.
¿Por qué tanta tibieza de los profesores?, ¿necesitamos un Morelos o un Zapata?; No lo sabemos, pero sí tenemos la seguridad de que los docentes deben creer más en sí mismos, deben defender aquella dignidad de la que, en no pocos casos, han hecho todo un apostolado por su entrega y dedicación; deben pues superar el letargo y despertar creyendo que es posible informarse, orientar la opinión y organizarse para que su voz se escuche por ellos mismos; Sindicato (Nacional de los Trabajadores de la Educación) ya no hay y las siglas que aún persisten (SNTE) se ven crédulas e ingenuas dado que por demasiado tiempo compartieron el poder de control y, en ese dopaje, no se percataron de su paulatina y actual inminente extinción. Aun hoy, leyendo los textos de la novedosa legislación, poco o nada están haciendo para no quedar, como lo dice la flamante Ley del Servicio Profesional Docente, en meros “observadores”. Lástima sindicato, jamás volverán a ser la potencial fuerza más grande de México, alimentaron al monstruo que se los tragó.
Vayan profesores ante cualquiera que verdaderamente los oriente y pregunten si deben o no agotar el Juicio de Amparo o deben esperar los actos de aplicación para lo que, indudablemente, ocurrirá, que los involucra personal e individualmente en la ejecución de esa ley. Ve maestro y organízate para la búsqueda de respuestas eficaces ante el gris panorama que ya tienes frente a ti; Profesor, tú tienes la capacidad intelectual de calificar las alternativas, no te quedes inerte en esta ola de trasformaciones que, de pronto, (previo examen) te degradarán de profesional de la educación a, simple y endeble trabajador administrativo.
La lucha no requiere ser violenta y menos, armada o en desorden; “debemos colgar a alguien”, dijo un viejo y honorable pero indignado profesor en la manifestación estatal a la que asistimos en Mexicali, ¡No! Aun no debemos colgar al gobierno, pero junto con los padres de familia deberíamos pensar, reflexionar, orientarnos y organizarnos para opinar y reclamar por vías enérgicas pero pacíficas y legales: tantas manifestaciones y voces valientes como las que podrían lograrse no nos imaginamos cómo podrían ser ignoradas; tampoco soñemos, pues eso también podría suceder, pero nadie podrá decir que fuimos ajenos, sordos y complacientes con la propia desgracia, la de nuestros hijos y el futuro de la sociedad perversamente implicada con estas reformas. ¿Acaso con esto estaremos abonando el preámbulo de un cambio radical y la futura elección de un Gobierno distinto?
¡SOLO QUEDAN UNOS DÍAS PARA INTERPONER OPORTUNAMENTE EL JUICIO DE AMPARO!