Amaranto, base de conocimiento para mejorar resistencia a sequía y plagas
El almidón de amaranto mejora efectividad de bioinsecticidas agrícolas
Las microcápsulas de almidón pueden liberar al bioinsecticida mediante diversos mecanismos, como la presencia de agua o humedad en el medio ambiente, y así ser eliminada la plaga cuando consume el bioinsecticida
Revista Agro 2000
Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) estudian el uso de almidón de amaranto para mejorar la efectividad de bioinsecticidas agrícolas, principalmente de Bacillus thuringiensis, el bioinsecticida más utilizado comercialmente.
El proyecto —en el que participan investigadores de las unidades Irapuato, Querétaro y Zacatenco del Cinvestav— busca encapsular esporas y cristales del Bacillus thuringiensis, cuya efectividad y persistencia están sujetas a las condiciones climatológicas y a su exposición a los rayos ultravioleta del sol, lo que ha resultado una limitante para su eficiencia durable.
Por ello, esta investigación buscó desarrollar un material para proteger a este bioinsecticida de diversos factores ambientales adversos y que pudiera adherirse mejor a las diversas partes de las plantas, explica el investigador Fernando Martínez Bustos.
“Nos dimos a la tarea de evaluar el almidón del amaranto como agente encapsulante porque se trata de un polímero biodegradable de dimensiones pequeñas, económico y que tiene la facilidad de adherirse a las hojas de las plantas. Pero tuvimos que modificarlo químicamente para conferirle un carácter hidrofóbico (repelente al agua) que pudiera proteger más al bioinsecticida y ser persistente en el ambiente”, detalla Martínez Bustos.
De acuerdo con el especialista, las microcápsulas de almidón pueden liberar al bioinsecticida mediante diversos mecanismos como la presencia de agua o humedad en el medio ambiente, y así ser eliminada la plaga cuando consume el bioinsecticida.
El componente activo de las microcápsulas presenta su efecto tóxico después de ser ingerido por insectos en su estado larvario. Las protoxinas se liberan en el interior de la larva y perforan su intestino, provocando la muerte.
Por su parte, Jorge Ibarra Rendón, investigador del Cinvestav Unidad Irapuato, quien se encargó de realizar las pruebas, comenta que la formulación de Bacillus thuringiensis encapsulado en almidón de amaranto tuvo buenos resultados en laboratorio, por lo que la siguiente etapa es aplicarlo en el campo para conocer su comportamiento.
“El análisis consistió en exponer el bioinsecticida con muestras de larvas de un insecto llamado Manduca sexta o gusano de cuerno del tabaco a nivel de laboratorio, donde se pudo comprobar que la toxicidad de la bacteria continuaba siendo letal para la plaga. Es decir que no perdía efectividad al estar encapsulada con el almidón del amaranto”, menciona Ibarra Rendón.
El grupo de investigadores decidió aplicarlo con larvas de gusano de tabaco debido a que se trata de una plaga con características similares a otros insectos que afectan a productos agrícolas, como tomates o papas por lo que se puede inferir que el efecto del Bacillus thuringiensis se replica en otros organismos nocivos.
El siguiente paso es realizar pruebas de campo para comprobar que las microcápsulas de almidón de amaranto sirven como protector, y a partir de esas pruebas promover la transferencia de tecnología.
Científicos buscan transferir genes de amaranto tolerantes a la sequía
Especialistas del Cinvestav estudian los genes asociados a la resistencia del amaranto a la sequía, con el objetivo de transferirlos a otros cultivos así como incrementar la producción del grano
Isabel Rodríguez / Revista Agro 2000
Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), estudian los genes asociados a la resistencia del amaranto a la sequía y plagas, con el objetivo de transferirlos a otros cultivos y evitar la pérdida de cosechas.
Según los especialistas, además de disminuir las pérdidas provocadas por la sequía, conocer los genes del amaranto contribuirá a incrementar la producción de este cultivo, altamente nutritivo.
Una vez que se conozcan los genes que se activan en el amaranto ante un entorno desfavorable, se pretende inducir o activar esta reacción en otras plantas para aumentar su resistencia a estrés, explicaron los investigadores.
Al respecto, el encargado del proyecto, John Délano Frier, comentó que el amaranto de grano ha sido considerado siempre como un cultivo altamente tolerante a condiciones no favorables como alta salinidad en el suelo, agua insuficiente, entre otras adversidades.
Explicó que al detectar genéticamente lo que hace más resistente a este cultivo, servirá para aumentar su producción. En este sentido, comentó que pese a conocer la aportación nutricional del grano, las grandes empresas de alimentos no apuestan por éste, debido a su baja producción y alto costo.

El amaranto era un alimento fundamental en la dieta de los indígenas del altiplano mexicano precolombino (Imagen: internet)
Por ello, Délano consideró que el conocimiento de los genes que permiten la resistencia al estrés del amaranto contribuirá al mejoramiento agronómico de este cultivo, lo cual se traducirá en una mayor producción y en mayores beneficios para las empresas y para los consumidores, al recibir alimentos de alto valor nutrimental y nutracéutico.
Asimismo, con el mejoramiento agronómico de esta planta, las comunidades de escasos recursos podrían producirlo a gran escala y comercializarlo, lo que haría de este proyecto una iniciativa de ciencia básica cuya aplicación tendría un alto impacto económico y social, señaló el investigador.
Cabe destacar que Délano Frier, experto en biotecnología, también dirige otros proyectos vinculados con el amaranto, tales como las variaciones de los carbohidratos como respuesta de tolerancia a la defoliación, inducción de respuestas de defensa ante plagas y patógenos y el posible papel que la pigmentación de la planta juega en este aspecto.
De acuerdo con información del Cinvestav, este proyecto —que se encuentra en una fase avanzada y cuyos resultados serán publicados próximamente— contó con el apoyo de la Unión Europea así como con la colaboración de centros de investigación e industrias de Argentina, Nicaragua, Dinamarca, República Checa y España.