A DOS DE TRES CAÍDAS: ¿Duele Culiacán? No, duele México entero
“Abrazos no balazos. Becarios no sicarios. Los voy a acusar con su mamá. Fuchi wacala… algo no funciona.”
AMLO
Hasta antes del TLC firmado por Carlos salinas de Gortari, en México no se atacaba frontalmente al narcotráfico. Es más, era hasta un tanto tolerado. El país era un territorio de siembra y trasiego de drogas hacia territorio norteamericano y a la sombra del narco florecían hoteles, ranchos, restaurantes, bares, casa de cambio, constructoras y un sinfín de negocios que servían para “lavar o blanquear” el dinero proveniente de la venta de enervantes.

En febrero de este año, el abogado del “Chapo Guzmán”, José Luis González, afirmó que tiene pruebas que demuestran que el narco Arturo Beltrán Leyva vivía en una casa del ex-presidente Carlos Salinas de Gortari en Acapulco, Guerrero (Facebook).
Jorge Arturo Ruiz Contreras, El Súper Cívico / 4 Vientos / Foto principal: Lo repudiable, en Culiacán (Cuartoscuro)
A los gobernantes de los United States of America les preocupaba esta situación ya que salían carretadas de dólares y a cambio no les quedaba nada. Ya que lo que se pagaba en dólares y que salían de territorio norteamericano, sus conciudadanos, todo se lo fumaban o se lo metían por las narices. ¡Y eso no es un buen negocio! El Congreso estadounidense calcula que entre 19.000 y 29.000 millones de dólares de ganancias ilícitas fluyen desde Estados Unidos hacia cárteles del narcotráfico y otras organizaciones criminales en México.
Es por tal razón que ya en los inicios del neoliberalismo con Miguel de la Madrid, quien en el año de 1985, en respuesta a presiones del gobierno de los Estados Unidos, implemento una lucha al narcotráfico derivado del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena a manos del Cártel de Guadalajara, antes conocido como la Organización de Sinaloa.
Posteriormente una condicionante para firmar el Tratado de Libre Comercio fue que el Gobierno Mexicano aceptara combatir en territorio nacional la siembra y el transporte de drogas. De esta Forma Carlos salinas de Gortari acuerda incrementar la lucha al narco en México y para ello acepta un convenio para que elementos militares de un cuerpo especial aeromóvil de las fuerzas armadas mexicanas recibieran entrenamiento en los campos militares de Fort Bragg, de Carolina del Norte, donde los militares gringos los instruyeron sobre técnicas de combate utilizados contra los grupos guerrilleros a finales de los 80 y principios de los 90.
Fue en esa etapa cuando se detuvieron a capos importantes como Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, Don Neto, Miguel Ángel Félix Gallardo. Con esas detenciones muchos pensaron que los carteles de la droga se debilitarían, pero ante el desmantelamiento del Cártel de Guadalajara y el del Golfo, emergieron tres carteles: Cartel de Sinaloa, el cartel de Juárez y el Cartel de Tijuana. Que resultaron aún más sanguinarios que los anteriores ya que dieron paso no solo al narcotráfico, sino que dieron paso, al secuestro, el cobro de piso, el tráfico de personas y la prostitución.
Al final de los 80 y el inicio de los 90 fueron años prósperos para el crimen organizado. El Cártel de Tijuana en mano de los Arellano Félix, creció durante los Gobiernos de Salinas y Ernesto Zedillo (1994-2000), mientras que el Cártel de Juárez alcanzaría un gran poder.
Con Fox, el crimen permaneció presente en el ámbito nacional y es en este periodo de gobierno cuando surgen el Cartel de las zetas y la familia michoacana.
Cabe destacar que, a lo largo de todo este proceso, la corrupción de policías, jueces y militares fue una constante en este fenómeno del “combate” al narcotráfico.

Felipe Calderón, el artífice de la narcoviolencia en México (Sin Embargo)
En 2006, la llegada de Felipe Calderón estuvo seriamente marcado por la sombra de un fraude electoral y el presidente decidió legitimarse dándole origen a lo que se llamó una GUERRA AL CRIMEN ORGANIZADO.
En este clima político y social el 13 de marzo de 2007 en la ciudad de Mérida, Yucatán, durante una visita del entonces presidente George W. Bush al presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa, se sentaron las bases para crear un marco de cooperación en materia de seguridad entre ambos países con el objetivo de luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado, que desde fines del gobierno foxista han venido provocando una grave situación de violencia e inseguridad en México. Fruto de este y varios encuentros entre los gobiernos de ambos países, surge la Iniciativa Mérida, un acuerdo de cooperación en materia de seguridad, que consiste en una asistencia para México por un total de 1 600 millones de dólares repartidos en un lapso de tres años, esto mediante la transferencia de equipo, principalmente militar1 e informático, así como la creación de programas de capacitación e intercambio de información para fortalecer las capacidades operativas de las fuerzas de seguridad en México.
El resultado de esa guerra al crimen, fue un desastre debido a la afectación de civiles inocentes, abusos de policías y militares, ejecuciones extrajudiciales y en gran parte por la capacidad de corrupción del narcotráfico en los ámbitos estatales y municipales. Nuevamente policías de los tres ámbitos de gobierno, jueces, alcaldes, ministeriales y militares fueron cooptados por el crimen organizado. Se estima que durante el sexenio de Calderón el número de homicidios violentos en el país fue de aproximadamente 70 mil personas.
Con Enrique peña Nieto en la Presidencia de México el panorama no mejoro, más de 150 homicidios violentos se registraron en su periodo de gobierno. La corrupción y control de regiones enteras del país quedaron en manos de distintos carteles y la corrupción de gobiernos y policías y estatales, fue en incremento. Y es en este sexenio cuando se registra la expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación, en gran parte del país hasta llegar a tener presencia en 22 de 32 estados, y con ello los niveles de violencia fueron aumentando.
Y ahora con Andrés Manuel López Obrador, estamos viendo como incumplió uno de sus compromisos de campaña de retirar al ejército de las calles y por el contrario, su estrategia se fundamenta en la incorporación y participación de las fuerzas amadas dentro de su GUARDIA NACIONAL.
Con esta situación en lugar de cambiar de estrategia en esta materia, se continúa exponiendo y sometiendo a desgaste al ejército mexicano y a la marina armada de México y hasta la fecha no parece haber buenos resultados.
Por el contrario, pareciera que algunos grupos del crimen organizado han intensificado su beligerancia en parte por el combate entre carteles que se pelean las plazas en lo que pareciera ser un reacomodo territorial ante la caída del Chapo Guzmán y la expansión del Cartel Jalisco Nueva Generación que calle por calle de ciudad en ciudad de todo el país se pelean desde la distribución del narco menudeo hasta el control de municipios y estados enteros.

No podían faltar los memes (ABC Noticias)
Las cifras no son halagüeñas, más de 26 mil muertes violentas en menos de un año del gobierno morenista y las reiteradas matanzas masivas, emboscadas a policías y militares parecieran ser un reto abierto al nuevo gobierno. Sin que se vea una estrategia firme y coordinada para frenar a estos grupos criminales.
De tal forma que ante este panorama los asesinatos colectivos en Guanajuato, Baja California, Jalisco, Tamaulipas, Sinaloa y Veracruz, son una herida que duele más cuando los encargados de combatir al crimen y de garantizar la seguridad de las personas minimizan este problema.
Y son heridas que se vuelven a abrir más cuando en voz del presidente salen ocurrencias frívolas y simplistas, como las expresiones como las de “abrazos no balazos”, “becarios no sicarios” “los voy a acusar con sus mamás” y “Fuchi… wacala”, no abonan en nada al ánimo de familias, sociedades y comunidades lastimadas por la criminalidad.
Este pasado día 17 de octubre de 2019, en la ciudad de Culiacán, se detuvo a uno de los hijos del Chapo Guzmán de nombre Ovidio y ante una reacción muy violenta y que al parecer supero la capacidad de respuesta del Ejercito que a decir del Presidente López Obrador fue el encargado de ese operativo.
En Culiacán, se vio a hombres fuertemente armados, con capacidad de eclipsar a policías municipales y estatales (¿o están compradas?) de incendiar vehículos y de confrontar a las fuerzas armadas mexicanas incluyendo a la guardia nacional.
El resultado fue que el ejército dejó libre al hijo del Chapo, la sociedad vivió momentos de temor e incertidumbre, el ejército se postro y las policías fueron expuestas como incompetentes para confrontar a la delincuencia.
El argumento para liberar al hijo del famoso capo del cartel de Sinaloa, que también es requerido por el gobierno norteamericano por la vía de la extradición, fue no poner en riesgo a la población civil. Y eso suena bien, suena humanista y benevolente. Pero también suena a debilidad y excusas ante una errónea estrategia operativa y ante una ineficiente inteligencia militar que no calculo la capacidad de reacción de la delincuencia.
Culiacán duele, pero también duele todo el territorio nacional en donde sus calles se han manchado de sangre a causa de la violencia y las balas de la delincuencia, y el crimen organizado… ¿O no?
Referencias bibliográficas:
https://elordenmundial.com/narcotrafico-mexico-historia-fracaso-politico/