A DOS DE TRES CAÍDAS: Bonilla, el gobernador espurio
Este primero de noviembre de 2019, da inicio una nueva etapa política en Baja California, una etapa marcada por intentos de quebrantamiento del estado de derecho y del orden constitucional, por parte de Jaime Bonilla y su equipo de asesores jurídicos y políticos.
Arturo Ruiz-El Súper Cívico/ 4 Vientos
Una etapa que parte de una ilegal reforma constitucional para ampliar el mandato y en donde como epílogo, los diputados de Morena y sus aliados actuaron como esbirros legislativos de Bonilla y coronan una serie de desaciertos legales, tomándole protesta al gobernador entrante por un periodo de cinco años y no de dos, como fue el periodo legal para el que fue electo.
Escuchamos un soliloquio que intentó ser grandilocuente por parte del diputado Catalino Zavala, en donde con base a una retórica rebuscada y demagógica, pretendió de forma pretenciosa equiparar la importancia histórica de la toma de protesta de Bonilla con la consolidación de Baja California como estado libre e independiente.
Ahora a Bonilla se le puede catalogar como un gobernador espurio, toda vez que carece de legitimidad para gobernar por un periodo mayor para el que fue electo y pretende de forma falsa engañar a un pueblo mediante el control y manipulación de los poderes legislativo y judicial.

Catalino Zavala, presidente del Congreso del Estado y Jaime Bonilla, en su protesta de cumplir y hacer cumlplir la Constitución como gobernador electo de Baja California. Foto: internet
Ahora, sólo queda la esperanza para impedir este rompimiento del estado de derecho, en la sentencia que emita la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que pueda restablecer el orden constitucional y la relación política entre el gobernador entrante y las demás fuerzas políticas.
Pero de lo que no hay duda, es del talante autoritario y prepotente del gobernador entrante, que supo a través de su poder económico y cercana relación al presidente López Obrador, someter a Morena, corromper a magistrados electorales del estado y a diputados mercenarios, para burlar la disposición constitucional y electoral de un periodo de dos años para convertirlo a fuerza de manipulación legislativa en una ilegal ampliación del mandato a cinco años.
La lucha contra esta intentona tendrá que subir de tono no solo en el ámbito local, sino que debe trasladarse a la arena nacional e internacional. No hacerlo así, implicará una irresponsabilidad histórica que tendrá severas repercusiones en el futuro inmediato de la nación.
Bonilla y sus asesores, con el silencio cómplice de Andrés Manuel López Obrador, están convirtiendo a Baja California en un laboratorio político para medir las reacciones en contra de ilegales procesos legislativos de ampliación del mandato de gobierno, lo que en términos reales resulta más peligroso que la reelección de mandatarios.
Esto no es sano en el terreno político, ni es legítimo en una sociedad verdaderamente democrática y respetuosa del orden legal. Y ante ello, los partidos políticos deberían pasar a implementar acciones de mayor impacto ya que lo que está en juego, es el estado de derecho, la normatividad electoral y la vulneración del mandato constitucional.
Es en este sentido que considero urgente la conformación de un amplio Frente Político por la Defensa del Estado de Derecho, en donde se integren tordos los partidos, organizaciones sociales y políticas que no estén de acuerdo en que Morena pase por encima de la voluntad soberana del pueblo manifestada en un proceso electoral, ni en permitir que se vulnere a las instituciones electorales y a las reglas previas a los procesos electorales.
Es necesario incluso, pasar a la realización de eventos que impliquen una confrontación directa con el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ante su pasividad y omisión de defender el orden constitucional. Y de esta forma, demostrar que en México no se permitirá que se retuerzan las leyes para favorecer a grupos políticos y económicos enquistados en la cuarta transformación.
Saludamos y reconocemos, la pretensión sólida y bien fundamentada del PRD y del arquitecto Jaime Martínez Veloz, de convocar a un proceso de diálogo y construcción de acuerdos para que dentro de cauces legales y diálogos incluyentes, se pueda arribar en este país a una Cuarta República.

Jaime Martínez Veloz, excandidato a gobernador de Baja California, impulsa la oposición al gobierno bonillista y la construcción de un Diálogo Nacional por la Cuarta República. Foto: cortesía.
Pero esa táctica de lucha, se queda corta ya que es de muy baja intensidad social y política, ante un grupo de priistas que pretenden apoderarse de Morena, usando a Bonilla como ariete, para romper el estado de derecho constitucional en México.
¡Es como si estuviéramos viendo como descuartiza un carnicero a su presa y nosotros le ofreciéramos un seminario de cirugía láser! ¡No! Ahora se deben implementar acciones más determinantes, incluyendo que diputados y senadores de oposición, acudan de inmediato ante organismos internacionales para denunciar el rompimiento del orden legal en México y a la toma del Palacio Nacional, hasta lograr que el presidente atienda a las dirigencias nacionales de las fuerzas políticas opositoras a su régimen.
Jaime Bonilla en Baja California, se ha transformado ya en un enemigo de la Cuarta Transformación que ofreció Andrés Manuel López Obrador, en un enemigo de los procesos democráticos al interior de Morena, para imponer a los cuadros políticos del PRI de Xicoténcatl Leyva Mortera, para permitir el retorno de los dinosaurios y de un partido hegemónico y autoritario a la vida política estatal y nacional.
Este es tiempo de lucha social y de definiciones políticas en contra un Bonillato priista que pretende hacerse del poder en Baja California, para desde este espacio construir un trampolín que los catapulte a la contienda presidencial de 2024, desplazando a los morenistas como aspirantes a la presidencia de la república.
Si los partidos políticos no se ponen a la altura que la situación amerita, que no lloren cuando se encuentren reprimidos y marginados de los procesos democráticos… ¿O no?