200 años de sentimientos incumplidos
¿Quién no conoce los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón? A decir verdad, muchos mexicanos de todas las edades y clases sociales no saben siquiera de la existencia de este documento fundacional de nuestro país. Y hay otros que, sabiendo de su importancia, lo desconocen para todo efecto práctico, por olvido o por desprecio. Entre éstos, muchos de la clase gobernante actual. Es parte de nuestra tragedia educativa y política.
Ricardo Monreal Ávila/ ACENTOS-Milenio
El pasado sábado 14 de septiembre se cumplió el bicentenario de este documento fundamental de nuestra historia, escrito personalmente por el caudillo insurgente del sur, quien lo presentó a los integrantes del Congreso de Anáhuac, reunido en Chilpancingo, para que fuera considerado a la hora de redactar la primera Constitución del México independiente.
Como el pasado solo adquiere sentido cuando se lee con los ojos del presente (Benedetto Croce), retomaré aquellos sentimientos de Morelos que parecen escritos el sábado 14 de septiembre de este año, actualizados con unas notas que el Siervo de la Nación formuló a su entonces secretario particular Andrés Quintana Roo, el día anterior, y retomados por el historiador Juan Manuel Villalpando en su página de Facebook (Villalpando y la historia).
1º Que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione, dando al mundo las razones.
…5º Que la Soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, el que solo quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de representantes de las provincias de números.
6º Que los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.
… 9º Que los empleos solo los americanos los obtengan.
…11º Que los Estados mudan costumbres y, por consiguiente, la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal,…
12º Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
13º Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados; y que éstos sólo lo sean en cuanto al uso de su ministerio.
…17º Que a cada uno se le guarden sus propiedades y respete en su casa como en un asilo sagrado, señalando penas a los infractores.
18º Que en la nueva legislación no se admita la tortura.
… 22º Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian, y se señale a cada individuo un cinco por ciento de semillas y demás efectos u otra carga igual, ligera, que no oprima tanto, como la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros; pues con esta ligera contribución, y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios de empleados.
Un día antes de la presentación de los Sentimientos al Congreso, Morelos externó las siguientes ideas a Andrés Quintana Roo, quien las recogió para la historia:
“Soy Siervo de la Nación, porque ésta asume la más grande, legítima e inviolable de las soberanías;
quiero que tenga un gobierno dimanado del pueblo y sostenido por el pueblo;
quiero que hagamos la declaración que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad;
que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos;
que no haya privilegios ni abolengos;
que no es racional ni humano, ni debido, que haya esclavos, pues el color de la cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento;
que se eduque igual a los hijos del labrador y del barretero como a los del rico hacendado;
que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y arbitrario;
que se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos.”
Los Sentimientos de la Nación son la libertad, la soberanía y, de manera especial, la equidad social. Más que conmemorarlos o festejarlos, hay que tomarlos como retos de pendiente y urgente resolución a 200 años de su promulgación.