Ser mujer y el manejo del poder
EscritorA, arquitectA, doctorA, ingenierA, científicA, psicólogA, antropólogA. En el lenguaje va implícita nuestra concepción del mundo y nos habla de los ojos con los que vemos el mundo, es decir, a qué/quién vemos y a qué/quién no.
Patricia Estrada Borja / A los 4 Vientos
En el gremio de la arquitectura, el premio Pritzker -el galardón de mayor prestigio internacional mencionado comúnmente como el «Nobel de arquitectura», que otorga anualmente la fundación estadounidense Hyatt para honrar a un arquitecto en el mundo-, ha sido entregado a la fecha a 43 ganadores, de los cuales solamente tres son mujeres y dos de ellas comparten el crédito con sus socios. Entre el resto de los ganadores, se encuentran por lo menos tres, quienes compartieron su trayectoria con arquitectAs de mucha relevancia, como Denise Scott Brown, Elisabeth Haggenmüler, y Lu Wenyu , pero solamente ellos recibieron el premio.

Vivimos en un mundo donde a las mujeres se nos empodera muy poco, y cuando tomamos parte se espera que asumamos la misma estructura de poder ya establecida.
Hace poco leí un ensayo de Ursula K. Le Guin, donde se presenta como hombre; gracias a ella entendí la importancia de la A y lo que socialmente implica.
En el ensayo Ursula K. Le Guin menciona que es un hombre porque cuando nació aún no se había inventado a la mujer, o de forma precisa, «las mujeres habían: […] sido inventadas varias veces en distintos lugares, pero sus inventores nunca supieron vender su producto. […] Las modelos como las Austen o las Brontë eran demasiado complicadas, y la gente solo se burló de las sufragistas, y las Woolf eran demasiado adelantadas a su tiempo. Así que, […] en realidad solo existían hombres. La gente era hombre. Todos tenían un solo pronombre: él; así que eso soy yo (…), el escritor, él. Yo soy un hombre”.
Luego, ella describe lo que es ser un hombre, para concluir que no ha podido ser realmente un hombre, pero tampoco una mujer porque aún no se había inventado a la mujer; sin embargo, esperaba ser una mujer de sesenta años porque valía la pena inventar la mujer de sesenta años. Para ella, que su trabajo fueron las palabras, resultó muy importante descubrirse como una escritorA, como una mujer, como feminista, y contar lo que surgía en su imaginación desde esa perspectiva, “mirando desde abajo, desde la posición de los pobres, los niños, y las mujeres, quienes no sostienen el anillo del poder” .
Esa perspectiva de la que habla Le Guin, la de abajo, donde no se tiene poder, es importante para tomar espacios con otra mirada y por lo tanto con dinámicas sensibles y empáticas, que no imponen y que poco tienen que ver con el poder tradicional, más bien nos ofrecen otro paradigma en que alcanzamos a ver más porque tenemos los sentidos puestos desde la problemática y desde donde hay cabida para cualquier persona.

Es desde este mismo punto donde se plantó Jane Jacobs –quien sostenía que la ciudad son los barrios, su gente y su convivencia diaria-, que la ciudad es DIVERSA. Muy lejos de las concepciones de ciudad de su tiempo en que los urbanistas/arquitectos (porque en ese momento aún no se habían inventado las urbanistas/arquitectas) se planteaban reconstruir las ciudades, volverlas a hacer sin importar nada, se planeaban utopías con un grave problema de segregación.
Esto no se trata de posiciones idealistas, al contrario, son posturas que se plantan en una realidad.

Desde la perspectiva de Jane Jacobs, los problemas sociales se debían resolver con la gente: “Por la pésima formación de los urbanistas parecen estar en peores condiciones para respetar y comprender lo particular que la gente corriente, no formada, pero apegada a su vecindad, acostumbrada a usarla y no tan acostumbrada a pensar en ella de forma abstracta o generalizada”. Aquí, Jacobs apela al razonamiento de las personas que viven su barrio, vecindad, colonia, parque, las de abajo. Planteaba que las decisiones debían de ser tomadas mientras se ejerciera el poder de ocupar el lugar y que las personas que lo habitaban pudieran decidir sobre este lugar.
Las ciudades actuales y el caos que implican, son en parte consecuencia de la segregación de las mujeres, las niñas y los niños, los pobres y las minorías, pues las decisiones han sido tomadas desde arriba, desde la perspectiva del hombre que se concibe como el “portador y siempre capaz” del manejo del poder.
EscritorA, arquitectA, doctorA, ingenierA, científicA, psicólogA, antropólogA, todos, todas, todes. Le Guin y Jacobs, fueron desde su trinchera mujeres que decidieron ver desde otra perspectiva, propia, pero que no todas las mujeres asumimos, donde la historia tenía que ser contada desde abajo, para los de abajo, donde el poder no significaba algo que un grupo de personas maneja. Inventemos o reinventemos a la mujer, asumamos esa perspectiva que es necesaria de urgencia.
Imagen de portada: Ursula Kroeber Le Guin (Berkeley, California, 21 de octubre 1929). Primera mujer galardonada con el título de Gran Maestra por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos. Foto: Internet/ Blog Mujerícolas.
*Patricia Estrada Borja: egresada de la carrera de arquitectura. Parte del Taller Integral de Patrimonio del CIGEPAC (Centro de Investigación y Gestión para el Patrimonio Cultural) de 2009 a 2013. Voluntaria en Cornerstones en Santa Fe, Nuevo México 2014. Socia-fundadora de Colectivo Imaginario. Intereses: arquitectura, ciudad, gente, patrimonio cultural.